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Telemann cuenta entre las múltiples curiosidades personales de sus autobiografías que, debido a su aversión por los maestros de música, causada por su experiencia con un organista que a temprana edad lo aterrorizaba con la tablatura alemana para órgano, aprendió a tocar de manera autodidacta, entre varios otros instrumentos, aquellos para los cuales más tarde compondría sus colecciones de fantasías: el violín, la flauta traversa y la viola da gamba.
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Uno podría pensar que en el proceso de adquirir habilidades en muchos instrumentos no conocería ninguno a profundidad, pero esto se desdice al observar los niveles técnicos de sus composiciones. Sus fantasías para violín solo y flauta sola se consideran ya como parte del repertorio estándar de esos instrumentos y han procurado a varias generaciones de intérpretes una manera de profundizar en la técnica de su instrumento.
Por otro lado, sus fantasías para viola da gamba sólo fueron descubiertas muy recientemente, en el año 2015, en la colección del State Archive of Lower Saxony, en Alemania. Se publicaron al año siguiente por Edition Güntersberg, una editorial familiar a cargo de Günter Von Zadow y su esposa gambista, Leonore von Zadow-Reichling. Dicha empresa tiene una innegable semejanza con el negocio de Telemann, al contar con un catálogo de publicaciones de centenares de partituras para viola da gamba y otros instrumentos, en una época donde la música impresa parece haber pasado de moda.
Las fantasías para viola da gamba, como sus fantasías hermanas para violín y flauta, son engañosamente sencillas de escuchar y hasta cierto punto de tocar. Pero, a mi parecer, son una muestra de la sensibilidad, la meticulosidad y el refinamiento de un gambista experimentado, cuyas composiciones no tienen grandes pretensiones y que sólo despliegan virtuosismo si la elegancia y el flujo musical lo requieren.